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El CSIC frente a los desafíos globales: ciencia transdisciplinar y multisectorial

La presidenta del CSIC, Rosa Menéndez, sostiene que la I+D+i ha de reforzarse para poder ser la herramienta que lleve al país a un nuevo modelo productivo y social

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Hace tan solo unos meses alguien se podría haber preguntado si valía la pena invertir recursos para investigar unos extraños virus de pangolines y murciélagos procedentes del este de Asia. Hoy nadie duda de que ese trabajo realizado en busca de conocimiento, esa investigación científica de años, ha sido crucial para contrarrestar los efectos de una pandemia como la que estamos viviendo. La ciencia básica -el conocimiento guiado por el puro afán de descubrir- ha sido el fundamento que ha permitido reaccionar de forma rápida a la pandemia Covid-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2.

Además, en el CSIC también somos conscientes de que el progreso en la sociedad del siglo XXI se basa en una ciencia transdisciplinar y transectorial. Por este motivo, hemos apostado por el desarrollo de iniciativas que encaminen nuestros avances científicos hacia grandes desafíos globales y en particular hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Desde hace algo más de dos años, gracias al carácter multidisciplinar del CSIC, hemos puesto en marcha más de 30 Plataformas Temáticas Interdisciplinares que enfrentan distintos retos de nuestra sociedad con unos objetivos científicos claros y definidos, tanto en su contenido como el tiempo de ejecución.

Una de estas plataformas es la de Salud Global, lanzada el pasado mes de marzo, que agrupa equipos de diversas disciplinas con el objetivo de buscar soluciones a la Covid-19 trabajando y colaborando desde distintos ángulos. En esta plataforma, participan 300 grupos de investigación en más de 100 proyectos que abarcan, de forma coordinada, aspectos como la prevención, el conocimiento de la enfermedad y del propio virus, su propagación y cómo protegernos, el diagnóstico y la contención, el desarrollo de vacunas y de posibles tratamientos, el impacto de la pandemia en la economía y en la sociedad, y la comunicación y difusión de todos los avances a la sociedad.

A pesar del alto grado de incertidumbre en una pandemia de estas dimensiones, causada por un virus que todavía no conocemos bien, nuestros investigadores han afrontado desde el primer momento y con gran compromiso este reto tan complicado. Ha sido un desafío compartido en un despliegue de colaboraciones. Con la responsabilidad de contribuir con informes y datos rigurosos y científicos a la toma de decisiones para contrarrestar los efectos de la pandemia, y proporcionar la información contrastada que la sociedad demandaba, neutralizando el efecto tan dañino de los bulos.

Una de las iniciativas más esperadas por todos desde que comenzó la pandemia es el desarrollo de una vacuna eficaz contra el SARS-CoV-2 que nos permita minimizar el impacto de la infección. En el CSIC se está trabajando en tres proyectos de vacunas diferentes, con aproximaciones distintas: el desarrollo de replicones atenuados del propio virus que no tienen capacidad de propagarse, una vacuna sintética de ADN con todas las señales que permitan la activación del sistema inmune y el desarrollo de un vector viral de ARN basado en otro virus conocido, pero con proteínas del SARS-CoV-2. Los tres proyectos se están desarrollando de forma satisfactoria en nuestros laboratorios y trabajamos en paralelo intensamente con el sector privado para la producción de las vacunas. La fase clínica comenzará en el primer trimestre del 2021.

Si algo ha quedado claro durante estos últimos meses, es que el CSIC, como organismo público de investigación, tiene el conocimiento y la capacidad para dar respuesta a las necesidades de nuestra sociedad.

Cabe destacar que, desde un primer momento, el CSIC ha recibido el apoyo inestimable de empresas y particulares. Por primera vez en la historia de nuestro país, la sociedad en su conjunto se ha movilizado para apoyar la ciencia. El CSIC ha contado con el apoyo económico del Gobierno de España, a través de nuestro Ministerio de Ciencia e Innovación, pero también con donaciones de empresas y particulares.

Gracias a este apoyo económico se han podido desarrollar numerosos proyectos que ya han dado y están dando resultados, y en consecuencia llegando a la sociedad. Tal es el caso del desarrollo de mascarillas FFP2, incluyendo mascarillas biodegradables y nuevos formatos transparentes, el protocolo de detección de SARS-CoV-2 en aguas residuales como detección temprana y la puesta en el mercado de un test de anticuerpos más efectivo, por poner algunos ejemplos. También hemos contado con el apoyo, muy importante, desde los medios de comunicación, clave para llegar hasta la sociedad.

Nuestro objetivo ahora es que esta forma de colaborar que hemos desarrollado siente las bases no solo para adelantarnos a otros desafíos que puedan venir, nuevas enfermedades infecciosas, resistencia a antibióticos o emergencias causadas por el cambio global, si no que nos sirva además de modelo para contribuir a los nuevos retos que nos plantea la recuperación económica del país: las tecnologías clave en la transición energética, el desarrollo de nuevos materiales compatibles con una economía circular o la mejora de la calidad de vida en el envejecimiento.  

Por último, no olvidemos que tan importante como el progreso tecnológico logrado gracias a la ciencia, es su consideración ética. Y que la sociedad, a través de los medios de comunicación, y también de la educación, valore la importancia de contar con un conocimiento experto cuya prioridad no sea solamente el beneficio económico, sino el impacto social. En este contexto el CSIC juega un papel fundamental en esta generación de conocimiento con impacto social. Necesitamos comprender el efecto que la pandemia está teniendo y va a tener en la sociedad, en nuestros mayores y en nuestros jóvenes, en nuestras estructuras y relaciones sociales. Necesitamos analizar los fundamentos y definir nuestro modelo de sociedad después de todo lo aprendido con la Covid-19.

Quizá, como sostienen algunas voces, el año 2020 será recordado como aquel en el que nos dimos cuenta de que la ciencia nos salvaría. Otros mantienen que también será el año en que la pandemia salvó a la ciencia. En cualquier caso, este año ha sido un punto de inflexión que sin duda servirá para mostrar que la ciencia es la llave para la reconstrucción económica y social. En España, debemos aprovechar este momento: la ciencia -la investigación, el desarrollo y la innovación- ha de reforzarse para poder ser la herramienta que lleve al país a un nuevo modelo productivo y social, basado en un conocimiento tecnológico, pero también humano.

Rosa Menéndez

Presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

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