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Las propuestas del CSIC en la COP25

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) participó en diferentes actividades llevadas a cabo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), que se celebró en Madrid entre el 2 y el 13 del pasado diciembre con el fin de fijar acuerdos y compromisos que puedan paliar los efectos del cambio climático.

La COP25 contó con la intervención, entre otros, de los investigadores del CSIC José Manuel Gutiérrez, experto en meteorología y datos del Instituto de Física de Cantabria; Fernando Valladares, del grupo de Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales; Xavier Querol, experto en contaminación atmosférica del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua; Alejandro Caparrós, experto en cooperación internacional del Instituto de Políticas y Bienes Públicos; Begoña García, del Instituto Pirenaico de Ecología, e Isabel Sanmartín, del Real Jardín Botánico, expertas en biodiversidad y cambio climático, y Joaquim Garrabou, experto en áreas marinas protegidas del Instituto de Ciencias del Mar.

La COP25 se organizó en dos espacios: la zona azul y la zona verde. La primera se encontraba administrada por las Naciones Unidas y en ella tuvieron lugar diferentes sesiones de negociación y reuniones. En este espacio también se albergó un área dedicada a la Agenda de Acción Climática Global y en ella se celebraron distintos actos como los side events, eventos organizados por los países y los observadores oficiales. La otra zona, la verde, se caracterizó por ser un foco de diálogo abierto con intervención de todos los actores de la sociedad. El CSIC estuvo presente con un stand dentro del área de Investigación e Innovación y organizó varios eventos dirigidos a los jóvenes.

Xavier Querol, del IDAEA, fue invitado al side event titulado Environmental quality in urban areas para presentar una ponencia el 3 de diciembre sobre los retos de calidad del aire de las ciudades europeas. Querol se centró en las medidas de mejora del aire propuestas por AIRUSE-LIFE (proyecto que dirigió), en las medidas sobre agricultura (partículas y amoniaco) y en el problema del ozono troposférico en el sur de Europa. Además, el investigador participó el mismo día en la zona verde en una mesa de debate organizada por la Comunidad de Madrid para hablar sobre el papel de la modelización atmosférica en la mejora de calidad del aire. En este sentido, Querol aboga por una serie de estrategias troncales ‘win-win’ (clima-calidad del aire) basadas en transición a fuentes renovables, incremento de eficiencia energética, reducción de consumo, uso de transporte público, reciclaje de residuos agrícolas y ganaderos y depuración de emisiones de NOx.

Asimismo, el CSIC participó el día 4 en otros side events. Uno de ellos fue el organizado por el Ministerio para la Transición Ecológica y la Fundación Biodiversidad, titulado Interactive tools for regional climate information: the Spanish initiative and ongoing IPCC activities. En esta sesión se presentó la experiencia española de los escenarios regionales del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC), así como el proyecto de un visor interactivo que permite visualizar las proyecciones del clima futuro de manera intuitiva para un público general, pero que también serviría para la investigación debido a la utilidad de los datos que podrían descargarse. En este sentido, José Manuel Gutiérrez, director del IFCA y coordinador de la Plataforma Clima del CSIC, señaló que el visor de escenarios de cambio climático “sitúa a nuestro país a la vanguardia de los países que impulsan proyecciones climáticas interactivas”. El investigador también destaca que además de los centros de soporte de datos establecidos en Alemania, Reino Unido y EE.UU., se está negociando con el IPCC para que España sea el cuarto grupo de soporte a través del IFCA.

Fernando Valladares mantiene que la COP25 ha generado decepciones en muchos sectores de la sociedad e, incluso, en la mayoría de los países que participaron en las negociaciones. Aunque se pidió a los países incrementar sus ambiciones para responder a la emergencia climática, ha cundido la decepción porque “solo” se han sentado las bases para las negociaciones de las NDC en 2020 y no se han logrado compromisos ambiciosos más que en 84 países que apenas suman el 35% de las emisiones totales.  Sin embargo, Valladares se muestra optimista, pues también es cierto que se han conseguido cosas en esta COP25, más allá de servir de puente hacia las siguientes negociaciones y al remplazo del protocolo de Kioto que vence en 2020, como son la mención explícita de los océanos y los cambios de uso en los planes de mitigación y adaptación, así como la cuestión de género, reconociendo el mayor impacto que el cambio climático tiene en las niñas y mujeres de todo el mundo. Estos dos puntos se encuentran, no obstante, sin apenas desarrollo y requieren, desde el punto de vista de Valladares, una formulación más detallada. Según el investigador, instituciones como el CSIC se han volcado en una tarea informativa directa sin precedente. La comunidad científica hizo sus deberes y preparó los informes pertinentes pero ha decidido en esta ocasión dar un paso más y participar activamente en la difusión de las bases científicas del cambio climático y sus impactos.

«El CSIC se han volcado en una tarea informativa directa sin precedente»

María Begoña García resalta el enorme interés mostrado por el público que acudió a la COP25, ya que en el stand de CSIC recibieron a gente con ganas de descubrir las actividades desarrolladas, especialmente la plataforma ECOBIODIV, una “ventanilla única” que sirve para coordinar el trabajo realizado por múltiples investigadores y centros del CSIC. La investigadora señala que colocaron una serie de pósteres para facilitar las explicaciones, así como un vídeo que mostraba microrefugios climáticos para la biodiversidad en un modelo 3D del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Además, destaca que la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, estuvo muy interesada en conocer de primera mano cómo se desarrolla el trabajo, especialmente en lugares emblemáticos por sus excepcionales cualidades ambientales y estado de conservación como lo son los Parques Nacionales. Otro aspecto fundamental resaltado por Begoña García es que la COP25 permitió descubrir otros trabajos realizados por los ciudadanos de a pie, los educadores, los gestores, los naturalistas y las empresas; en definitiva, de todos aquellos que se suman al gran reto de frenar el deterioro ambiental y compatibilizar el desarrollo con la sostenibilidad. Además, insiste en que aunque no se sabía hasta dónde llegarían los acuerdos, esos días se vivió con la esperanza de conseguir muchas más cosas de las que ni siquiera se podía imaginar.

Por su parte, Joaquim Garrabou mantiene que la COP25 ha sido también llamada la BlueCOP debido al papel del océano en las acciones para contrarrestar los efectos del cambio climático. De hecho, el océano ha absorbido más de 90% del exceso de calor, captando un 25% del COy el 100% del agua del deshielo generado por actividades humanas. El resultado ha sido un aumento de la temperatura y la acidificación de sus aguas, así como un aumento del nivel del mar que está teniendo un gran impacto en el funcionamiento de los ecosistemas marinos. Como insiste Garrabou, si no conseguimos reducir la emisión de gases de efecto invernadero, estos efectos se acelerarán en las próximas décadas. Sin embargo, a pesar del gran esfuerzo llevado a cabo en la organización de la COP25, como lamenta Garrabou, el objetivo de incluir medidas de mitigación y adaptación al cambio climático basadas en el océano no se ha conseguido. 

En este sentido, el investigador señala que desde el Instituto de Ciencias del Mar están desarrollando diversas iniciativas para la sensibilización sobre del impacto del cambio climático en el océano. Además de numerosas charlas y conferencias resultado de las actividades de investigación, el cambio climático es una de las temáticas principales que se aborda desde el programa de ciencia ciudadana marina Observadores del Mar (www.observadoresdelmar.es). Este programa está coordinado por el CSIC y cuenta con la participación de miles de voluntarios y más de medio centenar de científicos. Asimismo, han estado desarrollando una red internacional de seguimiento de los efectos del calentamiento (www.t-mednet.org) en la que participan diversas instituciones de investigación y áreas marinas protegidas del Mediterráneo. En este marco, desde el 2016 el CSIC coordina dos proyectos europeos (Interreg MED MPA-Adapt y MPA-Engage) que tienen por finalidad la integración de planes de adaptación al cambio climático en las áreas marinas protegidas. Precisamente la implementación de medidas de protección es una de las principales recomendaciones para mantener y aumentar la capacidad del océano en el esfuerzo de mitigación y adaptación al cambio climático.

«El océano ha absorbido más de 90% del exceso de calor»

La investigadora Isabel Sanmartín, del Real Jardín Botánico, mantiene que el calentamiento global ha sido una dinámica recurrente a lo largo de la historia de la Tierra. De hecho, el planeta ha estado más tiempo en un estado de hothouse que en uno de enfriamiento global o icehouse. El más reciente y mejor estudiado, por su analogía con el Antropoceno, es el calentamiento global del Plioceno. La configuración de los continentes y el nivel de radiación solar (dos de las causas del cambio climático) fueron similares a los actuales, y la subida de temperatura se asemeja mucho a la esperada para los próximos 100 años, (2-3ºC). Sanmartín señala que cuando se pregunta a los científicos qué consecuencias tendría el calentamiento global en la biodiversidad actual, estos suelen ser cautos debido a que los eventos pasados no afectaron por igual a todos los organismos. En África, donde esta investigadora desarrolla parte de su labor, los eventos de aridificación del Mioceno y Plioceno condujeron a un incremento de la tasa de extinción de fondo, que se aproximó en algunos casos a la extinción masiva (cuando el número de especies que se extingue supera a las que se originan). Sin embargo, estos eventos climáticos abarcan tiempos geológicos de millones de años. Lo que preocupa del incremento de temperatura actual, como mantiene Sanmartín, no es tanto su magnitud, sino la rapidez. La especie humana evolucionó en un periodo de estabilidad climática (interglacial) dentro de un planeta icehouse: no 

podemos predecir cómo reaccionaremos a una Tierra hothouse. Sin embargo, una mirada al calentamiento global del pasado nos dice que se produjo una alteración en los ecosistemas, con la extinción de unas especies, la expansión de otras y un cambio en las especies dominantes. Como insiste Sanmartín, este parece un mensaje a tener en cuenta.

«Lo que preocupa del incremento de temperatura actual no es tanto su magnitud, sino la rapidez»

Finalmente, cabe también señalar que el CSIC extendió su actividad al centro de Madrid, al denominado Eje Castellana Verde, poniendo en marcha actividades de divulgación en la sede central de la institución, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y en el Real Jardín Botánico. Asimismo, en la Residencia de Estudiantes se celebró la mesa redonda ‘¿Qué debe saber un político sobre el Cambio Climático?’, un debate que contó con la participación de los expertos del CSIC en cambio climático Pedro Jordano, de la Estación Biológica de Doñana; Carolina Gabarro, del Instituto de Ciencias del Mar; Francisco Javier Giráldez, del Instituto de Ganadería de Montaña; Emma Huertas, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía; Francisco Pando, del Real Jardín Botánico; José Manuel Serra, del Instituto de Tecnología Química; Antonio Turiel, del Instituto de Ciencias del Mar, y el ya citado José Manuel Gutiérrez, del Instituto de Física de Cantabria. Dicha jornada fue un primer paso para elaborar una guía orientativa destinada a los políticos y a la sociedad civil, abordando las principales evidencias del cambio climático y sus posibles soluciones.

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