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Andrea G. Bravo: “El mercurio que emitimos llega hasta zonas tan remotas como la Antártida”

La investigadora del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC estudia este contaminante y su acumulación en las cadenas tróficas acuáticas

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Pese a que esta semana ha tenido días duros de “mucho trabajo y mar” y a las dificultades con la conexión, la investigadora Andrea G. Bravo atiende a esta entrevista desde la Antártida. Es experta en el estudio de un contaminante muy tóxico, el mercurio. En particular, su investigación se centra en la descripción de distintas formas químicas del mercurio y entre ellas, el metilmercurio, la que se acumula en las cadenas tróficas acuáticas y que supone mayor peligro para la salud humana. En el año 2019, la investigadora recibió el Premio Raymond L. Lindeman por su trabajo sobre el ciclo biogeoquímico del mercurio en lagos.

Pregunta: ¿Qué proyecto va a desarrollar en esta campaña antártica?

Respuesta: Durante la campaña ANTOM, liderada por los investigadores Jordi Dachs y Begoña Jiménez del IDAEA, mediremos la concentración de distintos contaminantes y los microorganismos implicados en sus transformaciones. En este contexto, el objetivo de mi investigación en esta campaña antártica es estudiar la concentración de las distintas formas químicas del mercurio, pero sobre todo la del metilmercurio.

P: ¿Cuáles son los efectos nocivos del mercurio para la salud de las personas expuestas?

R: La intoxicación por mercurio puede afectar los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones, los riñones y los ojos, lo que puede causar graves problemas de salud. El mercurio, además, tiene efectos graves en el desarrollo del feto y en las primeras etapas de desarrollo de la vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye el metilmercurio entre los diez productos químicos más peligrosos y por lo tanto prioritarios de salud pública.

P: ¿Por qué es tan importante entender el ciclo del mercurio?

R: Todas las formas químicas del mercurio son tóxicas, pero el metilmercurio es la forma química a la cual estamos más expuestos, ya que se acumula en las cadenas tróficas. El mercurio se acumula en organismos que forman parte de la base de las cadenas tróficas acuáticas como algas y crustáceos que forman parte del plancton. A medida que subimos a niveles superiores de la cadena trófica, las concentraciones aumentan. Así, en peces omnívoros como el bacalao encontramos concentraciones más elevadas que en el plancton. A su vez, en los peces carnívoros, como es el caso del pez espada/emperador, el atún rojo, algunos tiburones (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera) y el lucio, hay más concentración de mercurio que en los peces omnívoros y en el plancton. Por ello es importante evitar el exceso de consumo de especies carnívoras. Por todo ello, entender las fuentes y los distintos lugares de formación del metilmercurio es clave para predecir y, si es posible, reducir la concentración del metilmercurio en el océano, que es la principal fuente de pescado.

P:¿En qué estado se encuentra actualmente el ciclo del mercurio?

R: Actualmente, se estima que, debido a las actividades antropogénicas, la cantidad de mercurio ha aumentado entre tres y cinco veces en todos los compartimentos del planeta, incluyendo ríos, suelos, lagos y océanos.

P:¿De dónde vienen las emisiones de mercurio? ¿Cuál es el origen?

R: Hay emisiones naturales y antropogénicas. Entre las fuentes naturales destacan la actividad volcánica, la erosión natural de los suelos o los incendios forestales. Dentro de las emisiones producidas por actividades humanas destacan la extracción primaria de mercurio, la minería de oro y la metalurgia de otros metales. Además de estas fuentes destacan la combustión de combustibles fósiles, la depuración de gas natural o actividades industriales como la fabricación de cemento entre otras.

P: ¿Por qué es especialmente preocupante en las zonas frías?

R: El mercurio y otros contaminantes volátiles circulan en la atmósfera. Cuando llegan a altas latitudes como el Ártico o la Antártida el aire se enfría y, por lo tanto, aumenta de densidad y desciende. Por ejemplo, en el caso de los países nórdicos que tienen suelos enriquecidos en materia orgánica, muchos contaminantes, entre ellos el mercurio, se ligan a esta materia orgánica. Como consecuencia, gran parte del mercurio emitido durante la revolución industrial se ha acumulado en los suelos del Norte de Europa. En la Antártida y en el Ártico los contaminantes se depositan en el hielo y la nieve y durante la época de deshielo entran en el océano.

P: ¿Cuál es el papel de la actividad bacteriana en la formación de metilmercurio?

R: Los microorganismos tienen un papel clave en el ciclo del mercurio: intervienen en casi todas las reacciones o transformaciones del ciclo del mercurio. Por ejemplo, hay bacterias que forman metilmercurio y otras que lo degradan. Por ello, conocer la diversidad de estos microorganismos y entender los factores que determinan su actividad es una prioridad de mi investigación.

P: ¿Cuál es el papel de los sedimentos y cómo se relaciona con su investigación?

R: Los sedimentos acumulan los contaminantes y son excelentes registros históricos. Sobre todo, los sedimentos profundos nos ayudan a entender las emisiones históricas y a reconstruir eventos pasados. Los sedimentos más recientes, en cambio, están en contacto con la columna de agua y son zonas muy reactivas que pueden afectar la calidad del agua.

P:¿Qué soluciones se pueden implantar para evitar la acumulación de mercurio en las cadenas tróficas?

R: Se ha demostrado que la reducción de emisiones de mercurio conlleva una reducción de los niveles de este compuesto en el medio ambiente. Por ello se creó el Convenio de Minamata, un tratado global que tiene como objetivo reducir y eliminar las emisiones de mercurio y compuestos de mercurio para proteger la salud humana y el medio ambiente de estas emisiones antropogénicas.

 

Ana Iglesias/ Contenido realizado dentro del Programa de Ayudas CSIC – Fundación BBVA de Comunicación Científica, Convocatoria 2021

 

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