Skip to main content
 

'Si se penalizara a las eléctricas por sus emisiones, quizá invertirían en renovables'

Según el Informe sobre cambio climático, solo 10 empresas emiten el 65% de las emisiones de CO2 en nuestro país. En el documento, elaborado por el Observatorio de Sostenibilidad, han intervenido expertos de diferentes ámbitos, como el biólogo del CSIC Jorge M. Lobo. Una de las conclusiones del informe es que las emisiones de CO2 en España aumentaron en 2015 un 4%, en un contexto en el que nuevos acuerdos como la Cumbre de París comprometen a los países a reducir las emisiones y combatir así el calentamiento global. Para Lobo, este incremento se debe a un “uso abusivo de los combustibles fósiles” y a la retirada de las subvenciones a las energías limpias. Pero además, este biólogo critica la ineficiencia de los mercados de compraventa de derechos de emisión de CO2 e insiste en que, al hablar de cambio global, hay dos cuestiones fundamentales: el cambio climático, que es un problema global que requiere soluciones globales, y el cambio en los usos del suelo, un asunto que, aunque sea también global, sí está al alcance de nuestra mano si se modifican las políticas de urbanismo y gestión del territorio. Investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), Lobo se define como “notario de un mundo que agoniza” y lamenta que los poderes públicos no usen más el conocimiento científico para transformar la realidad.

jorge lobo

Jorge M. Lobo es investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)

 

¿Por qué decidisteis elaborar este informe y cuál ha sido tu aportación?

El informe surge por la Cumbre de París sobre el clima de 2015. Queríamos explicar el estado de la cuestión sobre este asunto en España. Básicamente me encomendaron buscar trabajos científicos en los que se demuestre que ha habido cambios en los sistemas ecológicos, en la distribución de las especies y en el declive de algunas de ellas como consecuencia del cambio climático.

Según el informe, en 2015 no solamente no reducimos las emisiones de CO2 sino que las aumentamos. ¿Cómo se explica esta tendencia en un contexto en el que los países avanzan en nuevos compromisos para limitar las emisiones?

Sí, se ha constatado el mantenimiento e incluso incremento, me parece que de alrededor de un 4-5%, del transporte mediante vehículos por carretera, que aproximadamente supone una quinta parte del total de emisiones. En España el transporte por carretera sigue siendo la apuesta fundamental para mover bienes y mercancías de un lugar a otro. El transporte por ferrocarril, a pesar de que tenemos una de las mejores redes de Europa o incluso del mundo, se utiliza para transportar viajeros, no mercancías. Habría que preguntarse por qué. Hay otra cuestión: durante el boom económico eran sobre todo las cementeras las que usaban los combustibles fósiles, básicamente carbón, y ahora son las compañías energéticas, las grandes eléctricas. Así que, en lugar de un decremento como el que ha habido en Europa, aquí se ha producido un incremento, un uso exagerado y abusivo de los combustibles fósiles, sobre todo del carbón, que es el más contaminante, para producir electricidad.

¿Ha habido una sustitución de las cementeras por las eléctricas? Precisamente afirmáis en el informe que actualmente unas 10 empresas producen en torno al 65% de las emisiones nacionales.

Sí, ahí están las grandes eléctricas. Éramos un país reconocido internacionalmente como uno de los más potentes en energías alternativas como la fotovoltaica... Al final, bien por el uso de las cementeras o bien porque, al acabarse el auge de la construcción, las eléctricas se subieron al carro de los combustibles fósiles, no se está primando el uso de renovables, se suprimen las subvenciones a estas energías y se utiliza el carbón; eso lógicamente se traduce en un aumento de las emisiones. Y el incremento de las emisiones es un negocio, porque se compran y se venden los derechos de emisión. A España no le preocupa dar la prerrogativa a las eléctricas para que puedan emitir CO2 porque luego compramos los derechos de emisión a Letonia, Lituania o al país que sea.

En el informe afirmáis que los mercados de carbono no han funcionado y que ha habido un desplome de los precios del CO2. ¿Cómo funcionan estos mercados?

En las cumbres del clima, tanto en la de París como en las precedentes, se establecen una serie de derechos de emisión para cada país y a partir de ahí se deja operar al mercado libremente. Por ejemplo, un país concreto, con una cantidad de población, un PIB, etc., tiene unos derechos de emisión determinados; pero si por tener un desarrollo escaso o por hacer un uso intensivo de renovables o por la razón que sea no tiene esa capacidad de emisión, puede vender los derechos. Es decir, puede vender a otro Estado las toneladas de CO2 que podría emitir pero no emite. Si esos derechos de emisión, que un país vende porque le sobran, se ponen en el mercado y cotizan alto, a muchos países no les rentará adquirirlos, sino que preferirán reconvertir su industria o invertir en renovables. Pero si valen poco y además se baja el precio, puede compensar emitir desde el punto de vista macroeconómico. En otras palabras, compensa emitir CO2 porque luego compramos esos derechos fuera. Es mejor pagar ‘la multa’ que cambiar los hábitos. Hay que preguntarse cómo se consigue que los mercados bajen de precio.

Por eso señaláis que no funciona el mercado de carbono...

Funciona de manera interesada. Si el funcionamiento se mide respecto a la capacidad para reducir la cantidad de CO2 en la atmósfera y disminuir la temperatura, no funciona.

Pero si es para mantener el actual sistema productivo...

Entonces funciona perfectamente. Para eso se hacen las cumbres del clima, para que esto ‘funcione’.

En el informe insistís en la necesidad de cambiar el modelo productivo y subrayáis que España es particularmente vulnerable ante el cambio climático. ¿Por qué?

Todo pasa poco a poco y un día todo ocurre de repente. Esto es aplicable a muchos ámbitos, es el funcionamiento de la dinámica con cambios de fase. Lo estudian los físicos, que saben que los procesos no son lineales, sino que de repente hay un cambio brusco y una nueva fase. La crisis económica la vimos venir muchas personas –no se pueden fabricar más viviendas de las que demande el personal–, y sin embargo esa burbuja explotó. La explosión de la burbuja es el cambio de fase. Respecto a nuestra posición como país ante el calentamiento global, cualquiera que conozca un poco España sabe lo que va a venir. Estamos entre Europa, que terminaba en los Pirineos, y África. Debajo del Estrecho de Gibraltar está el desierto del Sahara. Así que tenemos unas condiciones mediterráneo-desérticas en el sur y un poquito de las condiciones templadas de Centroeuropa en Galicia y la cordillera cantábrica. Y sabemos que gran parte de España, la meseta, es algo intermedio. Además, un 20% de la superficie del país ya está aridificada, es decir, ya es muy difícil de recuperar. Eso es una barbaridad. Hay una gran proporción de suelos no cubiertos de vegetación porque han sido sometidos a explotación intensiva y han perdido sus condiciones de cultivo. Cualquier incremento de temperatura en un país que está entre el desierto y la zona templada europea va a aumentar su aridificación y africanización del territorio.

¿Estamos ya en una situación crítica? Aun poniendo las bases para un sistema más basado en renovables y con menos emisiones de CO2 a la atmósfera, ¿podrá revertirse esa pérdida de suelo?

No sabemos si tiene vuelta atrás. Por otro lado, que España anulase sus emisiones repercutiría mínimamente en el cambio climático. La economía china influye mucho más que lo que hagamos aquí. O lo que queman en Nigeria. Es un asunto global y no particular de un país. Por eso es más difícil señalar culpables y encontrar políticas... Pero sí tenemos algunas soluciones al alcance de la mano. Los principales fenómenos del cambio global son el cambio climático y el cambio en los usos del suelo. El primero es inabordable con las políticas nacionales; pero el cambio en el uso del suelo depende de las administraciones municipales. Con una determinada ley del suelo, un concejal de urbanismo de un municipio puede obtener recalificaciones; eso está a la orden del día, mueve mucho dinero y conlleva cambios de uso del suelo. Debemos contribuir a frenar el calentamiento global cumpliendo con nuestros compromisos de reducción de las emisiones. Pero en lo que respecta a nosotros, si esa política urbanística no se deja al albur del mercado y se piensa en la construcción de viviendas, no para especular sino por la necesidad de la gente de tener una cueva en la que alojarse, a lo mejor empezamos a cambiar. Y si se hace una planificación del territorio para aumentar los bosques y las zonas de matorral, si hay una política de reforestación activa, de recuperar suelos aridificados, aunque tuviéramos un grado más...

Digamos que se paliaría algo ese incremento de la temperatura.

     

"La economía china influye muchísimo más en el cambio climático que lo que hagamos aquí. Pero sí tenemos algunas soluciones al alcance de la mano"

       

Exactamente. Se podría paliar bastante. Nuestro manejo del suelo puede influir fuertemente en el confort climático que podemos experimentar. Tenemos esa alternativa y está próxima, solo hay que cambiar determinadas legislaciones, en lugar de dar a la gente el mensaje de "¿lo ves?, esto es imposible, es algo que requiere el consenso de muchísimos países, todos quieren desarrollarse y tienen sus intereses...".

Sí, ese es otro obstáculo. Los países en vías de desarrollo dicen a las economías avanzadas: ‘Vosotros basasteis vuestro crecimiento económico en un uso intensivo de los combustibles fósiles, nosotros también tenemos derecho’.

Exacto. Y como los países reclaman ese derecho, parece que es algo que no se puede solventar y que la respuesta es la apatía y mirar a otro lado, porque es imposible abordarlo con las políticas nacionales. Y parece que abundar en el cambio climático es ser catastrofista. Sin embargo, sobre la restauración ecológica, el cambio de los usos del suelo, los procesos de urbanización o la política de vivienda apenas se hace hincapié.

¿A estas cuestiones os referís en el informe cuando habláis de la necesidad de políticas de adaptación al cambio climático, a la gestión del uso del suelo?

Sí. Insisto en que hay dos planos. El plano de lo que se puede cambiar fácilmente, que tendría que ver con el cambio en los usos del suelo y la planificación y gestión del territorio, y el del cambio climático, el mercado de emisiones y las políticas internacionales al respecto. Hay que actuar en los dos frentes, pero sabiendo que en uno de ellos tenemos la posibilidad de hacer política y en el otro estamos condicionados por los avatares de la política mundial. Pero si ni siquiera cumplimos con nuestros compromisos porque aumentamos las emisiones y no hay una política coercitiva... Si se penalizara a las eléctricas por sus emisiones, quizá invertirían en renovables.

     

"Murcia, C. Valenciana y el este de Andalucía son las que sufrirán más los efectos del cambio climático. Toda la agricultura de invernaderos puede colapsar en cualquier momento"

       

También explicáis que la situación ante el cambio climático difiere en unas comunidades autónomas y otras.

Los efectos del cambio climático sobre la biota, los ecosistemas, el agua, etc., son generalizables a toda España, aunque los riesgos son mayores en la zona mediterránea. Murcia, Comunidad Valenciana y el este de Andalucía son las que sufrirán más estos problemas. Por ejemplo, toda la agricultura de invernaderos puede colapsar en cualquier momento aunque se han realizado mejoras evidentes en la gestión del agua. Ahí hay una aridificación del suelo por el hecho mismo de sacar aguas subterráneas que llevan cientos de años en el subsuelo y depositarlas, con los contenidos en sales que tengan, en superficie. Eso destruye el suelo. Cuando se acabe con la capa freática, que es con lo que están regando ahora, no sé qué van a hacer las personas que vivan de eso. Es pan para hoy y hambre para mañana.

Más allá de la dimensión ambiental, cuando se habla de nuestra vulnerabilidad hay también una clave económica que alude a la dependencia energética. Dependemos del exterior en el suministro de energía, por eso algunos expertos reclaman más inversión en renovables. Alegan que esto implicaría más costes al principio, pero a medio plazo sería rentable porque reduciría la dependencia.

Evidentemente, pero se trata de una cuestión política. La política es el arte de cambiar la realidad, un conjunto de técnicas para transformar la realidad. Habría que ver hacia dónde se quiere hacer esa transformación.

Parece que no se habla mucho de ese modelo futuro. En política se habla más del aquí y ahora.

Exactamente. Pero ese modelo de futuro, aunque no se haga explícito en los discursos y en los medios de comunicación, existe. Y ese arte de transformar la realidad está claro hacia dónde va, y es hacia un plano que nada tiene que ver con el interés general. No son temas ecológicos sino económicos; ecología y economía comparten ‘eco’, la casa, y la política y la economía son determinantes a la hora de analizar qué está pasando con el medio ambiente. El mundo parece que está apostando, aunque pueda haber cambios, por un modelo neoliberal en el que la empresa y el beneficio priman por encima de todo, y la economía especulativa está por delante de la productiva. Eso es la primera vez que ocurre en la historia, es una nueva fase del capitalismo donde el dinero ficticio, la especulación con productos básicos, alimentos, suelo, monedas de países o derechos de emisión, es más rentable que la economía productiva. Estamos en un sistema capitalista que se está pasando de capitalista, y todos los problemas medioambientales están mediatizados por esa política.

Pero decías que hay ámbitos de la gestión municipal donde es más fácil intervenir. Y aún hay un nivel aún más próximo, el de cada ciudadano. ¿Qué papel tenemos, cómo podemos reducir nuestra huella ecológica?

Tengo una visión que probablemente no concuerda con la de mucha gente. Poner a los ciudadanos en el brete de que sus actos son importantísimos para modificar el planeta cuando en realidad no lo son, o lo son pero mucho menos que otras cosas... 10 empresas de este país generan el 65% de las emisiones. Entiendo que hay que decir a la gente que use el transporte público, habilite su casa térmicamente para no consumir gasóleo, use la bicicleta o camine más en sus desplazamientos. Me parecen bien este tipo de campañas, pero si luego el Gobierno juega con el mercado de emisiones, patrocina las eléctricas, no cambia los autobuses urbanos, no apuesta por los paneles solares o no habilita carriles bici... La huella ecológica es importante y cada ciudadano puede aportar su granito de arena, pero debe haber también un esfuerzo en todas las administraciones públicas, en lugar de trasladar la responsabilidad al ciudadano. Hay que incidir en ese mensaje a los ciudadanos y en el otro, en el que implica a las administraciones.

Desde tu trabajo de investigador, ¿qué importancia le das a trasladar el conocimiento científico que se genera en el CSIC a la sociedad?

Mucha. Tengo una frase muy canalla que es: “Somos notarios de un mundo que agoniza”. Como biólogo y como investigador, me siento así. Inventarío lo que está pasando y lo dejo escrito en papelitos, algunos de ellos en revistas internacionales que las leen otros tipos que también hacen papelitos. Pero no veo la efectividad real a lo que estoy haciendo, no transforma la realidad. Estoy aislado. ¿Para qué carajo el Estado propicia que haya investigadores y funcionarios que estudien el cambio climático o los efectos de la deforestación, si se quedan en meros asuntos científicos de poca relevancia? ¿Por qué no se utiliza la capacidad de todo el personal que estudia para mejorar los cultivos, propiciar actividades empresariales que se ajusten al cambio climático o hacer políticas de reforestación reales? ¿Por qué no se traslada el conocimiento a la realidad y por qué la Administración hace en parte oídos sordos a las evidencias científicas? ¿Por qué no me utilizan, por qué no nos utilizan para cambiar la realidad? Porque no se quiere cambiar la realidad. No solamente soy un notario de un mundo que agoniza, además estoy aislado porque los que están ahí para cambiar la realidad, los poderes públicos que tienen la capacidad de transformarla por mandato ciudadano, no lo hacen porque representan a otros intereses. Lo que nos queda es participar en iniciativas como este informe, que no dependen de las administraciones sino que son más independientes, para que lo que decimos permee más y los ciudadanos se den cuenta de que pueden hacer algo con sus elecciones políticas y su participación.

¿Cómo ves a nuestro país en divulgación de la ciencia?

Veo un nivel muy bajo. En muchos lugares hay un hecho común que quizá aquí esté magnificado, no lo sé... Me refiero al interés por lo extravagante y lo extraordinario.

Ahora te estás refiriendo a los medios de comunicación.

Sí. Estamos en una cultura de emisión de información tipo tuit: un pequeño mensaje y ya está; es la competencia por decir algo en una frase corta e impactante. Uno no sabe hasta qué punto no son casi todos los mensajes propaganda en lugar de información. Una conversación reposada con alguien que sabe de un tema, pero que no necesariamente te va a contar una primicia o algo extraordinario, es más enriquecedora.

¿Pero se ha avanzado en divulgación de la ciencia en los últimos años?

Sí, es que esto era un desierto absoluto. Hemos avanzado y espero que vayamos a más. En la medida en que los científicos sean capaces de aproximarse a la ciudadanía y participar en actividades abiertas... Y luego está internet, que en unos años ha cambiado todo. Puedes encontrar montones de opiniones diferentes que te permiten al menos dudar de algunas cosas y tener una visión más general.

¿Dedicas parte de tu tiempo a realizar alguna actividad divulgativa?

Sí. Hago dos cosas que me encantan: cursos con estudiantes, generalmente universitarios o alumnos de Bachillerato, dedicados a discutir cuestiones científicas; y siempre que me lo ofrecen doy conferencias, por ejemplo en Ciudad Ciencia.

¿Te resulta gratificante?

Sí, y considero que tendría que ser obligatorio, creo que forma parte de nuestro sueldo. O al menos debería propiciarse. Por ejemplo, debería contar más en el reconocimiento de los sexenios o de los complementos de productividad o en la promoción.

¿Resulta complicado compaginar la carrera investigadora con la vida personal?

Creo que, cuando el trabajo es el sudor de tu frente y es ingrato, es una desgracia tener que trabajar. En determinados trabajos, evidentemente, cuando acaba tu jornada empieza tu vida personal. Hay una separación clara. Pero cuando tu trabajo consiste en pintar o crear o pensar, es imposible separarlo absolutamente y para mí eso es algo gratificante. Soy afortunado, por eso creo que deberían usarme más.

Apartado:

Histórico de Protagonistas de la ciencia