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"Es importantísimo para el CSIC que tres premios nacionales hayan recaído sobre mujeres de la institución”

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Mercedes García-Arenal (Madrid, 1950) es una de las investigadoras de mayor prestigio en el ámbito de la historia de la religión y la cultura. Tras licenciarse en filología semítica por la Universidad Complutense de Madrid en 1972, se doctoró cinco años después en dicha institución con la tesis titulada Los moriscos en los distritos de la Inquisición de Cuenca. En 1981 comenzó a trabajar en el CSIC, donde es profesora de investigación desde el año 1990, ejerciendo su labor en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo. Sus principales líneas de investigación se centran en las relaciones entre judaísmo, cristianismo e islam, así como sobre procedimientos inquisitoriales y procesos de conversión de minorías religiosas. A finales del año pasado un proyecto internacional que coordina, ‘El Corán europeo’, obtuvo del Consejo Europeo de Investigación (European Research Council, ERC) una de sus prestigiosas Synergy Grants, dotada con 10 millones de euros, siendo hasta el momento el único proyecto de humanidades dotado con una ayuda de estas características. Asimismo, ha recibido un gran número de reconocimientos, habiendo obtenido en 2019 el Premio Nacional ‘Ramón Menéndez Pidal’ de Humanidades debido a que su “trabajo es de gran relevancia para entender la Europa contemporánea, concretamente las grandes religiones, el contacto y la diferencia cultural, el miedo al extraño y los peligros del mesianismo”.

A finales del año pasado, el proyecto que usted coordina, ‘El Corán europeo’, obtuvo del Consejo Europeo de Investigación una Synergy Grant dotada con 10 millones de euros. ¿Qué significa que un proyecto de humanidades consiga un reconocimiento de estas características?

Significa muchísimo porque los Synergy son los mayores proyectos que financia el Consejo Europeo de Investigación y son muy prestigiosos. Asimismo, financian muy pocos, unos 30 al año, y tienen que ser proyectos multidisplinares. Además, se trata de la única Grant de este tipo concedida en Europa a un proyecto de humanidades. Esto permite dar una visibilidad muy relevante, tanto al proyecto como a la institución.

¿Podría explicarnos en qué consiste el proyecto de ‘El Corán europeo’?

Los 10 millones que se han otorgado se repartirán entre los diferentes partners que participan en el proyecto: John Tolan, de la Universidad de Nantes (Francia), Jan Loop, de la Universidad de Kent (Reino Unido), Roberto Tottoli, de la Universidad de Nápoles (Italia), y yo misma, que soy la coordinadora. Igualmente, tenemos pequeños satélites en Ámsterdam, Barcelona y Budapest. Lo que queremos hacer, diciéndolo muy brevemente, es estudiar la difusión y la impresión de las traducciones latinas y vernáculas del Corán y, sobre todo, cómo el Corán fue leído, utilizado, interpretado, entendido y qué usos se le dieron. Por ejemplo, desempeñó un papel importante en la polémica entre católicos y protestantes, por lo que sus funciones han sido muy interesantes y variadas a lo largo del tiempo. Todo esto no ha sido debidamente estudiado en conjunto. Además, somos un equipo multidisciplinar. Lo importante es, desde la óptica de estas disciplinas, sacar a la luz distintos aspectos.

¿Cuál ha sido el papel de este libro sagrado en el pensamiento intelectual europeo, ya sea desde una perspectiva cristiana o atea?

El Corán tiene lecturas que ahora nos sorprenden muchísimo. Por ejemplo, en los tiempos previos a la Ilustración, el Corán era leído por gente como Voltaire o Montesquieu como una religión puramente monoteísta y que, además, tenía la ventaja, a sus ojos, de no tener Iglesia. Parecía ser el modelo de una religión que podría vivir en un mundo secular, puesto que, asimismo, no tenía una gran complejidad dogmática y enfatizaba la religiosidad interior.

¿Por qué cree usted que Cervantes, más allá del juego literario que establece, decide atribuir el Quijote a un supuesto historiador musulmán, es decir, Cide Hamete Benengeli?

Existen diversas hipótesis y respuestas, pero en aquel tiempo se estaba empezando a dar mucha importancia al conocimiento del árabe y a las fuentes árabes para escribir la historia de España. Hay varios casos, incluso de fraudes, en los que se traducen supuestos textos árabes. Uno de ellos es el de los Plomos del Sacromonte, sobre los que yo he escrito un libro junto a Fernando Rodríguez Mediano. Otro es el de una crónica muy famosa que hizo mucho ruido en su tiempo de Miguel de Luna, que se llama La verdadera historia del Rey don Rodrigo. En cierto modo creo que Cervantes está en un ambiente en que traducir un texto árabe, ficticio o verdadero, es característico de la España de su tiempo. Creo que él lo hace como una broma, lo mismo que habla de las novelas de caballerías; una cuestión que está en el ambiente y se presta para justificar algo que, en principio, es verdadero, como La verdadera historia del Rey don Rodrigo, pero que, en realidad, es fraudulento pues tal manuscrito árabe no existe.

¿Se trató injustamente en la península ibérica a las minorías musulmanas y judías? ¿Cuál fue el papel de la Inquisición al respecto? ¿En el resto de Europa se obró de manera similar?

Esta es una cuestión que no se puede contestar en unas pocas palabras. No es fácil para un historiador emplear el adjetivo “injusto”, porque nuestros conceptos de justicia social o de derecho de gentes son diferentes de los de las personas de la Edad Media. En Europa, por ejemplo en Francia o en Inglaterra, los judíos fueron expulsados en la segunda fase de la Edad Media, es decir, mucho antes que en España. La mayor parte de ellos fue a parar al Imperio Otomano, porque en tierras musulmanas los judíos y los cristianos podían ejercer libremente su religión. Un gran contingente de judíos franceses e ingleses fue a refugiarse a Polonia, donde en el siglo XIV hubo un rey que les dio facilidades comerciales. La vida de los judíos en la Europa cristiana medieval es muy dura y se les expulsa.

Esto sería una forma de establecer comparaciones que para nada lavan la cara al ejemplo español. El caso español es diferente por varias razones: tenía una población judía numerosísima demográficamente y, además, tenía una minoría islámica. En tiempos de los Reyes Católicos, por una especie de ideología mesiánica de conversión total de toda la humanidad al cristianismo, de homogeneización de todo el territorio bajo una misma religión y un mismo rey, se promulga una serie de decretos de conversión forzada o expulsión. Lo que persigue la Inquisición no es a los judíos o a los musulmanes, sino la apostasía, es decir, a aquellas gentes que han sido bautizadas pero que siguen practicando en secreto el judaísmo o el islam. Esto es una cuestión muy importante en España en la primera modernidad, porque se desconfía del bautismo, de la capacidad de conversión religiosa. Tiene un lugar importantísimo la genealogía como prueba de buena cristiandad y se promulgan los estatutos de limpieza de sangre, es decir, toda una serie de fenómenos que acaban uniendo ideas de raza y religión de una manera premonitora de lo que serían otros desarrollos europeos.

¿Cuál fue su primer pensamiento cuando le comunicaron la concesión del Premio Nacional de Investigación y cuál es su percepción de este premio? 

Mi primera reacción cuando me llamó el ministro para comunicármelo fue de bloqueo, me quedé perpleja. Luego ya, dos días más tarde, me puse contentísima pero me llevó un rato asimilarlo. No lo esperaba en absoluto. Es un premio muy importante. En cierto modo, es el premio más importante al que puede aspirar un investigador puesto que está concedido por un comité de científicos destacados, es decir, es un premio que dan los pares, los colegas. No es un premio que tenga una estrategia política o cultural. Tiene un renombre grande y, probablemente, es lo máximo a lo que puede aspirar un científico en este país. Estoy sumamente agradecida, además, con el añadido de que yo había tenido éxitos profesionales en el extranjero pero no tanto España, quizá porque mi área de trabajo se encuentra entre disciplinas. El que me hayan reconocido esa labor me ha conmovido extraordinariamente y me hace sentir muy agradecida. También me ha hecho especial ilusión el compartir el premio, o que al mismo tiempo les hayan dado el premio a otras dos mujeres del CSIC, a quienes conozco y aprecio muchísimo; dos científicas extraordinarias: Susana Marcos y Ángela Nieto. El estar con ellas me ha hecho sentir todavía más gratificada. Es importantísimo para el CSIC que tres Premios Nacionales hayan recaído sobre mujeres de la institución, dice mucho.

¿Aboga por un pacto por la ciencia que garantice la sostenibilidad de la investigación independientemente de las circunstancias políticas?

Me parece importantísimo y creo que tendría que haber un Pacto de Estado sobre la investigación y el desarrollo. Desde luego, los países que invierten de manera continuada en investigación, con independencia de quien gobierne, obtienen unos resultados completamente diferentes. Lo sé, precisamente, por los proyectos del Consejo Europeo. Se nota muchísimo cuando un país apoya a sus centros y a sus universidades, y tiene una política científica y una financiación continuada. Eso, además, repercute muchísimo en cómo un país es respetado y cómo se respeta a sí mismo, aparte de muchas otras cosas. 

Más allá de asistir a congresos y publicar en revistas científicas, ¿considera importante que los investigadores comuniquen sus avances a la sociedad?

En primer lugar, sí, considero fundamental que intentemos hacernos oír y leer por gente que no sea de un grupo profesional más o menos restringido. Me parece importantísimo, aunque al mismo tiempo es difícil porque no estamos entrenados para ello, es decir, para poner lo complejo desprovisto de una jerga técnica. Asimismo, tampoco existe una tradición de divulgación en España que sea apropiada como, por ejemplo, puedan ser los libros de Mary Beard sobre el mundo antiguo o los programas de la BBC. Todo esto forma parte, desde hace mucho tiempo, de una función que realizan los profesores de universidad o destacados científicos ingleses. Aquí eso empieza a hacerse pero no suficientemente, y me parece muy importante. Desde luego que los científicos tenemos que hacer un esfuerzo grande, pero tampoco resulta fácil debido a los medios con los que divulgar nuestros conocimientos.

En el caso de sus investigaciones, ¿cree que su trabajo podría ayudar a desmitificar ciertas creencias negativas que existen sobre el islam?

Sin duda, pero no tanto desmitificar, sino esclarecer y señalar como erróneas ideas que están muy arraigadas. Eso también es parte de la dificultad. Todo lo que tiene que ver con el islam se ha convertido en un tema muy polémico y profundamente ideologizado.

¿Qué noticia científica le gustaría leer mañana en los periódicos?

Que se lleve a cabo un Pacto de Estado por la ciencia.

Gonzalo Montero

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